El régimen norcoreano, que en la actualidad define a las dos Coreas como Estados distintos, sostenía hace 35 años que ambas formaban una sola nación, hasta el punto de rechazar el uso de denominaciones diferenciadas y de calificar este gesto como una práctica que "fomenta el separatismo".
Esta posición quedó reflejada en las actas de las conversaciones de alto nivel celebradas en ocho rondas entre septiembre de 1990 y septiembre de 1992, que desembocaron en la firma del Acuerdo Básico Intercoreano. Este documento supuso el primer texto oficial en el que las dos Coreas establecieron por escrito las bases de sus relaciones tras la guerra y la división de la península.
En dichas actas figuran intervenciones de los delegados del Norte, que en aquel momento criticaron con dureza a los representantes del Sur por proponer la inclusión de disposiciones que aclararan el estatus de Pyongyang y de Seúl, así como cláusulas que reconocieran los regímenes existentes a ambos lados de la frontera.
Finalmente, el acuerdo recogió las denominaciones oficiales de República de Corea, para el Sur, y de República Popular Democrática de Corea, para el Norte. No obstante, la parte norcoreana advirtió de que esta fórmula podría acentuar la división del pueblo coreano.