El reciente acuerdo comercial firmado entre Estados Unidos y Japón ha aumentado la presión sobre Corea del Sur en plena negociación para reducir los gravámenes impuestos a sus exportaciones hacia el mercado estadounidense.
Las rondas de diálogo entre Washington y Tokio concluyeron con una rebaja de los aranceles recíprocos del 25% al 15%. Este resultado se interpreta como una concesión del Gobierno nipón en el sector del arroz, a cambio de salvaguardar su industria automotriz.
Aunque Japón anunció que abriría de forma significativa su mercado arrocero, en la práctica podría tratarse únicamente de un incremento de la proporción de arroz procedente de EEUU dentro de una cuota ya existente de 770.000 toneladas libres de tarifas, sin modificar el volumen total. Las autoridades japonesas pueden asignar esa cuota de manera flexible entre los países exportadores.
Seúl, en cambio, tiene cuotas arancelarias fijadas mediante acuerdos bilaterales, lo que perjudica su margen de maniobra para introducir ajustes similares.
En relación con la carne de vacuno de más de 30 meses, otra de las demandas de la Casa Blanca, Japón ya había levantado las restricciones en 2019, durante el primer mandato del presidente de EEUU, Donald Trump, motivo por el que este asunto no formó parte de las conversaciones actuales. Para Corea, no obstante, esta sigue siendo una línea roja que la Administración no está dispuesta a cruzar.
Otro elemento que complica la posición coreana es el proyecto de gas natural licuado (GNL) en el estado de Alaska. Mientras Tokio ya ha confirmado su participación, Seúl mantiene reservas debido a dudas sobre su rentabilidad. A ello se suma la promesa japonesa de crear un fondo de inversión de 550.000 millones de dólares, una cifra que supera el presupuesto anual surcoreano. Sin embargo, Washington espera compromisos similares.
Ante este escenario, el Ejecutivo está preparando una propuesta de inversión a gran escala en el mercado estadounidense, con implicación del sector privado, aunque el monto aún no se ha hecho público.
Si Corea no consigue recortar aranceles hasta el nivel alcanzado por Japón, competir en igualdad de condiciones en EEUU será prácticamente imposible.