Un grupo de legisladores opositores surcoreanos organizaron una protesta frente a "Kantei", la residencia oficial del primer ministro de Japón, para mostrar su rechazo al vertido de Fukushima. A ellos se unió una delegación de pescadores de Corea y otros activistas japoneses.

Una vez allí criticaron a Tokio por arrojar aguas radiactivas al océano sin el consentimiento de la población japonesa y basándose en el informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), cuyo contenido es más político que científico. 

Señalaron que Japón es el primer país del mundo que pretende eliminar los residuos radiactivos de un accidente nuclear tirándolos al mar, con un plan de vertido que crea un nefasto precedente de cara al futuro.

Como principal reivindicación urgieron a cambiar de plan y dejar esas aguas residuales en unos depósitos en territorio japonés, tal como hicieron Estados Unidos o la Unión Soviética con los gravísimos accidentes nucleares de Three Mile Island y Chernóbil. 

Respecto a la protesta, el partido oficialista Poder del Pueblo censuró la conducta de la oposición motivada solo en sus intereses políticos, ignorando que su comportamiento deja al país en una posición bastante humillante en la esfera diplomática.