El presidente de China, Xi Jinping, ha iniciado su tercer mandato renovando la cúpula del Gobierno y del Partido con políticos afines.
Tras renovar su liderazgo, Xi emerge como el líder chino más poderoso en décadas, y se prepara para mantenerse a largo plazo como número uno de su país y ostentar un poder omnímodo. De hecho, los últimos acontecimientos en Beijing reflejan que llegó el fin del liderazgo colectivo, sistema que perduró en China desde la figura de ese gran aperturista y reformista que fue Deng Xiaoping, en la década de 1970, y ahora concentra el poder en una sola persona, con un estilo que recuerda al de Mao Zedong.
Durante la presentación de la nueva cúpula el domingo 23, Xi Jinping declaró que seguirá promoviendo la apertura exterior y la inclusión de Wang Yi entre los 24 integrantes del Buró Político del Partido Comunista Chino, quien se estima seguirá a cargo de la política exterior de Beijing.
Los cambios en la política china, sobre todo en cuanto a consolidación del poder de Xi y del regreso a un cuasi absolutismo, resultan preocupante por la inestable coyuntura internacional marcada por la guerra ruso-ucraniana, la rivalidad sino-estadounidense, la inseguridad económica, y especialmente por los países vecinos que comparten intereses con China.