El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó el martes 16 la Ley para la Reducción de la Inflación, uno de cuyos ejes centrales es hacer una gran inyección presupuestal en la lucha contra el cambio climático. Concretamente, otorgará enormes beneficios tributarios a vehículos eléctricos con el fin de disminuir las emisiones de carbono, sin embargo los coches surcoreanos no podrán recibirlos.
En virtud de la misma, Estados Unidos destinará 369.000 millones de dólares a sectores de energía limpia, como baterías, coches eléctricos y energía solar, para reducir hasta 2030 las emisiones de carbono hasta un 40% en comparación con 2005. Sin embargo, la nueva ley pone como condición para acceder a las subvenciones, que todos los coches sean fabricados en territorio estadounidense con repuestos y minerales producidos en Estados Unidos.
El objetivo es claro. Pues lo que pretende es fomentar el sector de vehículos eléctricos de Estados Unidos y contrarrestar a los fabricantes chinos. El problema es que así, las automotrices surcoreanas también se verán perjudicadas, por ejemplo, Hyundai-Kia cuyos modelos eléctricos, tales como Ioniq 5 y EV6 que gozan de una gran demanda en el mercado norteamericano, no se verán beneficiados al ser manufacturados en Corea. En este contexto, se ha dado a conocer que la automotriz Kia había contactado a sus concesionarias en Estados Unidos pidiendo apresurar las ventas antes de la promulgación de la nueva ley.
El Gobierno surcoreano, por su parte, transmitió a Washington su inquietud, al tiempo de señalar que la recientemente activada Ley para la Reducción de la Inflación puede vulnerar tanto el tratado de libre comercio vigente entre Corea y Estados Unidos, así como los convenios de la Organización Mundial del Comercio, aún sin recibir una respuesta concreta del país norteamericano.