Varias fuentes han confirmado que Japón limitó hasta mediados del siglo XIX el periodo a considerar para incluir las minas de oro de la isla de Sado en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, omitiendo toda información sobre la explotación laboral en dicho lugar y los trabajos forzosos a los que allí fueron sometido gran número de surcoreanos durante la primera mitad del siglo XX.
La candidatura de las islas de Sado para integrar el Patrimonio Mundial fue presentada por Tokio el 1 de febrero, y recientemente se dio a conocer que los documentos excluyen el periodo del dominio colonial japonés sobre Corea, en un intento de Japón de "engalanar" dicho lugar con el título de Patrimonio Mundial, ocultando la brutal historia sobre movilización forzosa de trabajadores de sus colonias y explotación laboral.
Al respecto, una fuente del Gobierno japonés explicó en una entrevista telefónica con la agencia Yonhap News, que las autoridades de Tokio enfatizaron que las minas de la isla de Sado merecen ser clasificadas como Patrimonio Mundial por su tecnología minera innovadora y los revolucionarios sistemas de producción del lugar entre el siglo XVI y mediados del XIX. Al ser preguntado sobre si mencionaron el periodo colonial, especificó que la candidatura considera el Período Edo, más conocido como Shogunato Tokugawa.
Al indagar sobre si los documentos presentados por Tokio aluden en alguna parte a que las minas de Sado emplearon a personas movilizadas desde la península coreana, dicha fuente no hizo comentarios y solo alegó que la candidatura es un documento clasificado.
Su respuesta deja entrever que probablemente el Gobierno japonés no haya hecho comentario alguno sobre trabajos forzosos en las minas de Sado, o que quizá su explicación no refleje la violencia y el trato inhumano reinante en dicho lugar contra los obreros.