La Agencia de Asuntos Culturales de Japón ha recomendado la antigua mina de oro Sado Kinzan, donde muchos coreanos fueron explotados durante el colonialismo japonés, como candidata a formar parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO.
Según informó Kyodo News, el Gobierno japonés tiene hasta el 1 de febrero para decidir si presentar dicha solicitud ante la UNESCO. En todo caso, la ONU decidirá sobre las diversas propuestas en 2023 tras deliberar con el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, entidad a cargo de valorar las solicitudes de inscripción para la Lista de Patrimonio Mundial.
La mina Sado, ubicada en la prefectura de Nigata, sirivió para extraer materiales como cobre, hierro y zinc, muy valiosos durante la Segunda Guerra Mundial. El imperio japonés envió al menos a 1.200 coreanos a la fuerza como mano de obra a dicho yacimiento.