Al finalizar la cumbre del G20, los líderes mundiales adoptaron el 31 de octubre en Roma una declaración conjunta que propone como objetivos vacunar completamente al 70% de la población mundial hasta mediados de 2022 y reprimir la subida de la temperatura promedio de la Tierra a 1,5ºC o menos, respecto al periodo previo a la industrialización.
Así, en lo referido a cambio climático y a los esfuerzos internacionales por frenar el calentamiento global, hubo significativos avances respecto a hace seis años, cuando se firmó el Acuerdo de París, limitando el aumento de la temperatura planetaria a menos de 2ºC respecto a los niveles preindustriales.
Sin embargo, los líderes del G20 fracasaron en lograr otros acuerdos, y ni siquiera pudieron establecer un año límite para alcanzar la neutralidad de carbono, fijada en un principio de manera tentativa para 2050. Tan solo llegaron a un vago pacto de lograr una huella de carbono cero para mediados del siglo XXI, pues el debate se estancó ante el fuerte rechazo de China y de India, países considerados los mayores emisores de carbono del mundo. En este contexto, tampoco pudieron avanzar en otras tareas concretas para limitar o suprimir el uso del carbón como combustible.
Tomando como antecedente el resultado de la reciente Cumbre del G20, se ve con escepticismo la posibilidad de lograr progresos reales en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, o COP26, actualmente en marcha en Reino Unido.