Corea del Sur y Japón protagonizaron el martes 25 una fuerte contienda en la asamblea de la Organización Mundial de la Salud, por el plan de vertido de aguas radiactivas de Fukushima al océano anunciado por el gabinete de Tokio. 

El ministro de Salud y Bienestar surcoreano, Kwon Deok Cheol, exigió a las autoridades japonesas revelar con transparencia toda la información sobre el vertido radiactivo, enfatizando que no debería efectuarse sin consultar de antemano con los países vecinos. Reiteró que antes de arrojar al mar aguas contaminadas de la Central Nuclear de Fukushima, dicho plan debe someterse a un municioso estudio por parte de la sociedad global, incluidos organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA). 

En respuesta, el ministro plenipotenciario de la Representación de Japón en Ginebra, Yukio Saita, protestó ante la postura del funcionario surcoreano, alegando que su país siempre ha ofrecido una explicación clara y transparente, y que la OIEA ya reconoció que el plan de Tokio garantiza técnicamente un vertido seguro, además de respetar las prácticas internacionales. 

Tras escuchar al delegado japonés, el viceembajador de la Representación de Corea del Sur en Ginebra, Lim Sung Beom, enfatizó una vez más que el vertido de aguas residuales de Fukushima supone una grave amenaza para la salud de la población surcoreana, y solicitó nuevamente al Gobierno de Japón que facilite toda la información necesaria y se mantenga en constante comunicación con los países vecinos al respecto.