El enviado del presidente Joe Biden para el clima, John Kerry, ha expresado que considera poco prudente que Estados Unidos intervenga en el tema del vertido de aguas radiactivas de la Central Nuclear de Fukushima de Japón.
Kerry visitó Seúl el fin de semana y el sábado 17 se reunió con el ministro de Exteriores Chung Eui Yong, quien solicitó la cooperación de Estados Unidos ante el plan japonés de arrojar al mar las aguas contaminadas de Fukushima, transmitiendo la profunda preocupación del pueblo coreano.
Sin embargo, el emisario de Washington se mantuvo al margen y aclaró que su país no intervendrá en ese asunto al considerarlo impropio, reiterando que confía tanto en los esfuerzos de Tokio por minimizar el impacto medioambiental del vertido, como en los procesos de verificación de la Organización Internacional de Energía Atómica.
Previamente, el Departamento de Estado estadounidense apoyó el plan de vertido de Japón y el secretario de Estado, Tony Blinken, incluso agradeció los esfuerzos de ese país por mantener la transparencia al respecto. Así, el respaldo de Washington a Tokio llegó mucho antes y de forma más directa de lo imaginado, contra las especulaciones que anticipaban que Estados Unidos mostraría una postura neutra al tratarse de un tema de contaminación medioambiental que afecta a todos los estados vecinos de Japón.
Al respecto, el análisis generalizado es que ese apoyo deriva de la estrategia de la administración de Joe Biden de fortalecer la cooperación diplomática con Japón, mientras continúan sus fricciones y su rivalidad con China.