Estados Unidos y China celebraron entre el 19 y el 20 de marzo en Alaska una reunión de alto nivel, la primera desde la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, aunque no lograron emitir un comunicado conjunto.
Así, el primer diálogo entre Washington y Beijing en la "era Biden" concluyó sin avances, pese a contar con autoridades clave de ambos gobiernos, como el secretario de Estado Tony Blinken y el asesor presidencial de Seguridad Nacional Jake Sullivan, por parte estadounidense, o el ministro de Exteriores Wang Yi y Yang Jiechi, miembro del Politburó del Comité Central del Partido Comunista, por parte de China.
Destacaron haber mantenido un diálogo sincero y constructivo pese a admitir que las discrepancias persisten, sobre todo en asuntos relacionados con el clima, Corea del Norte o Irán. En todo caso, expresaron que se esforzarán por mantener el diálogo, para evitar fricciones y estabilizar la relación.
Sin embargo, según informó la prensa internacional, desde el primer día de sesiones en Alaska ambas partes se lanzaron fuertes críticas entre sí, más duras de lo esperado, dejando entrever un futuro rocoso para las relaciones entre Estados Unidos y China, conflicto que podría obligar al Gobierno surcoreano a revisar su política exterior.
En este contexto, el tema de los derechos humanos norcoreanos será un factor más problemático de lo esperado pues Washington, tras reprobar la vulneración de derechos humanos por parte de China, podría aplicar los mismos criterios a Corea del Norte.