El 3 de octubre, el Día de la Fundación de Corea, un gran número de policías fue desplegado en la plaza Gwanghwamun, en Seúl, para frenar posibles manifestaciones masivas que pudieran derivar en otra ola de COVID-19.
Ese día, autobuses policiales rodearon la plaza en el centro de la capital para evitar congregación de asociaciones de extrema derecha con motivo del Día de la Fundación Nacional. Además, instalaron unos 90 puestos de control en las carreteras en Seúl que lograron impedir el acceso de unos 30 vehículos con manifestantes a bordo.
Así las cosas, unos grupos conservadores organizaron una rueda de prensa para denunciar la represión policial, pero no hubo enfrentamientos físicos ni protestas espontáneas, mientras que los asistentes en general usaron mascarillas.
En cambio, convocaron manifestaciones en coche a pequeña escala, con menos de 10 vehículos, previamente autorizadas por la Justicia. Los automóviles procedieron con protestas rodeando la casa de la ministra de Justicia, Choo Mi Ae, y la de su predecesor, Cho Kuk.
La Ciudad de Seúl continuará prohibiendo convocatorias con protestas de más de 10 personas hasta el 12 de octubre.