La reciente intervención del ministro de Medio Ambiente japonés, Yoshiaki Harada, quien comentó que lo único que puede hacer Tokio es verter al mar las aguas radioactivas de la Central Nuclear de Fukushima, deja anticipar una gran controversia.
Así se expresó Harada el martes 10, tras una reunión de gabinete, comentario que divulgó la emisora nacional NHK, y que buscaba resaltar que el plan sobre las aguas contaminadas de Fukushima ya no es competencia del Ministerio de Medio Ambiente. Agregó que pese a haber considerado muchas opciones, la única alternativa posible es verter esas aguas al mar y esperar a que se se diluyan.
Sin embargo, dicha premisa provocó fuertes protestas de los pescadores, aún después de que el ministro portavoz japonés, Yoshihide Suga, puntualizara que la opinión del ministro era "estrictamente personal".
Japón comenzó a desmantelar el martes 10 tanto del ventilador de 120 metros de altura de la central nuclear de Fukushima, como el Centro de Medidas contra desastres, instalado a cinco kilómetros de la central. Dicho centro fue establecido inmediatamente después del terremoto y posterior tsunami de 2011 para ayudar a los residentes locales, pero apenas operó durante cuatro días, al ser evacuado el personal por riesgo de radiación, aunque quedó como símbolo del fracaso de la gestión de Tokio ante el desastre.