Corea impondrá este año un sistema para limitar la potencia de las centrales térmicas a carbón al 80% de su capacidad máxima en días con elevada concentración de partículas en suspensión.
También adelantarán el cierre de centrales viejas, con más de 30 años de funcionamiento, para dejar de usarlas no en 2025 como estaba previsto, sino en el año 2022, y desde abril priorizarán la operativa de plantas más ecológicas, valorando el coste medioambiental por encima del económico.
En este contexto, reformarán el gravamen sobre combustibles para generación eléctrica, y el impuesto de consumo específico al carbón subirá de los actuales 36 wones por kilogramo a 46 wones, mientras que el gas natural licuado bajará de 91 a 23 wones. Asimismo, ampliarán el uso de carbón bajo en azufre, para disminuir su uso en los combustibles de las centrales eléctricas, del actual 0,54% hasta un 0,4%, a fin de reducir las emisiones de sustancias sulfurosas.
Las autoridades estiman que, con estas medidas, la participación de las centrales térmicas a carbón en el sistema energético nacional podrá bajar hasta un 36% en 2030, para reducir a la vez tanto la generación de partículas en suspensión, como la emisión de gases de efecto invernadero.