El martes 1 de mayo varios activistas civiles, que pretendían colocar una estatua a los coreanos explotados en el pasado por los colonizadores nipones frente al Consulado General de Japón en Busan, chocaron con la Policía que intentaba impedirlo.
Las autoridades policiales establecieron medidas para impedir marchas o manifestaciones en un radio de 100 metros de la sede diplomática, y el enfrentamiento se alargó unas ocho horas.
Finalmente, los activistas cedieron e instalaron la estatua en un punto más apartado, aunque su plan era ubicar dicho monumento justo al lado de la estatua de la Joven de la Paz -en homenaje las víctimas de la esclavitud sexual-, aunque finalmente fue instalada a unos 30 metros de ésta.
Además, lanzaron fuerte críticas contra el Ministerio de Exteriores y la alcadía de Busan por oponerse a erigir la estatua frente al consulado, por temor a generar fricciones diplomáticas con Tokio.