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Viaje

Las tumbas reales de Seonjeongneung

#De tour por Seúl l 2022-05-25

Buzón del Radioescucha

ⓒ Getty Images Bank

En Corea se conserva en perfecto estado la totalidad de las tumbas de los reyes y reinas de la dinastía Joseon, que fue la monarquía que reinó en la península coreana durante 518 años entre 1392 y 1910. No se conoce otro antecedente en el mundo en el que los sepulcros reales de una dinastía se hayan conservado sin daños hasta los tiempos modernos. Los 27 monarcas que reinaron durante la dinastía Joseon, sumados los sepulcros de las reinas consorte, dieron lugar a 42 tumbas reales. Exceptuando 2 que se encuentran en Gaeseong, Corea del Norte, las 40 tumbas en Corea del Sur fueron declaradas como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2009. Para la construcción de las tumbas se eligieron paisajes de excepcional belleza, siguiendo los dictados de la filosofía confuciana y la geomancia. Emplazadas en la ladera de una montaña que les protege las espaldas, las sepulturas están orientadas al sur, frente a un curso de agua e, idealmente, se divisa desde ellas una cadena montañosa en la lejanía. Dado que uno de los deberes principales de los reyes era presidir los ritos de veneración de sus antepasados, la mayoría de las tumbas reales están ubicadas en las inmediaciones de Seúl, de modo que el rey pudiera visitar la tumba y retornar al palacio el mismo día. Aunque ya ha pasado más de un siglo de la desaparición de la dinastía Joseon, los ritos en memoria de los reyes y reinas de Joseon no se han interrumpido nunca, ya que la Asociación de la Familia Real Lee de Jeonju ha continuado celebrándolos hasta la actualidad.


Se pueden diferenciar tres grandes espacios en las tumbas reales. La más externa representa el mundo terrenal, donde se encuentra la vivienda del cuidador y el depósito donde se guardan los implementos para el ritual de veneración. Separando esta área y la siguiente hay un puente de piedra, que se cruzaba con el ánimo de purificar el espíritu de los malos pensamientos. La segunda área era el espacio sagrado donde los reyes celebraban los ritos en memoria y veneración de sus antepasados. La entrada a esta área de solemnidad y recogimiento está marcada por una puerta roja con forma de H y coronada con puntas de flecha. Aquí comienzan dos senderos de piedra: el más ancho a la izquierda es el que camino de los monarcas difuntos y el de la derecha, un poco más estrecho y más bajo, era el que pisaban los reyes vivos. El rito se realizaba en un altar techado con forma de T que se levanta en lo alto de una plataforma de piedra y que mira en dirección a la tumba real. La tumba es un túmulo de forma semicircular que se encuentra en lo alto de una colina baja, está recubierta de césped y circunvalada por una barandilla de piedra. Protegiendo la sepultura, encontramos diversas figuras, como ovejas y tigres a los costados, y figuras humanas delante, que representan ministros y guerreros con sus respectivos caballos detrás, todos hechos de piedra.


Las tumbas reales fueron ubicadas originalmente fuera de los muros de la ciudad, pero al crecer Seúl por el paso de los siglos, algunos de los sepulcros quedaron rodeados por la bulliciosa y moderna urbe, convirtiéndose en verdaderas islas boscosas llenas de paz y quietud. Es el caso de las tumbas reales de Seonjeongneung선정릉, que se encuentran en el corazón de Gangnam, muy cerca de la estación Seolleung de la línea 2 y Bundang del metro. En este lugar están enterrados los restos del rey Seongjong성종, el noveno monarca que reinó en la segunda mitad del siglo XV, así como los restos de la reina Jeonghyeon정현, que fue la segunda esposa de Seongjong y la madre del segundo hijo, que heredó la corona con el nombre de Jungjong중종. Esta reina consorte vivió 35 años más que su esposo y fue enterrada en una colina contigua a la de su marido. Un poco alejada de estas tumbas y en dirección este, se encuentra la sepultura del rey Jungjong, que es el hijo de la pareja mencionada y reinó como undécimo monarca en la primera mitad del siglo XVI. Más allá del valor histórico y cultural que posee el lugar, el parque, con sus árboles centenarios y sus senderos de tierra anchos y bien cuidados, es un remanso de verdor y serenidad en medio del ajetreo de la gran urbe. Abierto todos los días, salvo lunes, desde las 6 de la mañana hasta las 9 de la noche en primavera y verano, la entrada solo cuesta 1.000 wones, es decir, 75 centavos de dólar. 

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