En 1998, ‘Whispering Corridors’ o ‘Corredores susurrantes’ implantó el terror asiático moderno en el cine coreano. Escrita y dirigida por Park Ki Hyung, la producción se realizó a partir de un guión que había pasado de una productora a otra en la industria cinematográfica surcoreana por varios años, sin hallar un productor tan valiente y arriesgado como para invertir en un género que por entonces no disfrutaba de tanta valoración, hasta que llamó la atención del productor ejecutivo Lee Chun Yeon, que estaba ansioso por probar y replicar el éxito de las películas de terror japonesas ambientadas en colegios, un espacio que bien se define como una versión miniaturizada de la sociedad donde hay amistades, alianzas y rivalidades, violencias tanto sigilosas como abiertas, dominadores y dominados, juegos de poder y jerarquías. 

Algo que sorprende, máxime considerando la calidad de la obra, es que la película se rodó en solo dos meses, con un escaso presupuesto de apenas 50.000 dólares. Y aunque de ninguna manera fue la primera película de fantasmas con personajes adolescentes, sí fue la primera en cortejar a una audiencia más joven mediante la modernización y reinvención del estilo tradicional del género del terror, abordando temas contemporáneos de forma audaz y atrevida. Pero lo más destacable es que ‘Corredores susurrantes’ hizo un uso muy diferente al emplearlo el director Park Ki Hyung principalmente como un medio de comentario social, más que como un mero dispositivo para asustar al público.

La historia comienza mostrando a una maestra que trabaja en una escuela de bachillerato de mujeres. Esta descubre la misteriosa muerte de una alumna llamada Jinju ocurrida hace nueve años, y la conexión entre ese hecho y otros eventos sobrenaturales recientes. Desafortunadamente, ella muere en un aparente suicidio antes de compartir con otros ese descubrimiento, pues las alumnas la encuentran ahorcada en el patio del colegio. La muerte de la maestra conmociona a todos, y empiezan a correr rumores de que fue asesinada por el espíritu vengativo de Jinju. Ahí es cuando entra en escena Eunyeong, personaje interpretado por la actriz Lee Mi Yeon: otra maestra, una ex alumna de ese colegio que por cierto fue amiga de Jinju, quien se encarga de investigar el caso y que en ese proceso no solo se enfrenta a un espíritu maldito, sino también a las autoridades de la escuela, un grupo monstruoso que ha venido abusando de su poder y de su posición dominante sobre las alumnas y los docentes comunes. 

Lee Mi Yeon es una actriz que, si bien en la actualidad se mantiene alejada de la pantalla, entre mediados de la década de los ochenta y principios de los noventa fue una de las máximas estrellas del cine y la televisión de Corea del Sur. 

Lee Mi Yeon debutó a la edad de 16 en el año 1987, cuando ganó un concurso de belleza local que por entonces era considerada como la puerta de entrada al mundo del entretenimiento. A partir de ahí apareció en cortes publicitarios para televisión, como la famosa publicidad de chocolates Ghana de 1990, que con solo mostrar a Lee Mi Yeon sonriendo y escondiéndose a ratos, y muy amorosamente detrás del abrigo de un hombre (a quien ni siquiera se le ve la cara) causó sensación, y que es parodiada hasta el día de hoy. 

Como actriz joven, Lee Mi Yeon llamó la atención en 1989, un año antes de lanzar dicha publicidad, como protagonista de ‘La felicidad no la definen las notas (행복은 성적순이 아니잖아요)’, una película que lanza una crítica sobre la presión académica sobre los estudiantes, la excesiva competencia y un ambiente escolar demasiado exigente. Por su actuación en esa cinta Lee Mi Yeon recibió varios premios a Mejor Actriz Revelación. 

Así, la carrera de Lee Mi Yeon iba viento en popa, aunque a mediados de la década de 1990 ya no más una adolescente, perdió popularidad, al tiempo de que empezaba a sentir la necesidad de demostrar, tanto a sí misma como al público, que era una actriz de verdad y no una muñeca sin alma ni talento. En esa época formó parte del elenco de la comedia ‘Número 3 (넘버 3)’ asumiendo un papel secundario, uno que encima no encajaba para nada con la imagen de mujer admirada por su belleza y clase que hasta ese momento conservaba. Sin embargo, ese papel fue el que permitió a Lee Mi Yeon ampliar su espectro de actuación y obtener el reconocimiento, no solo de los espectadores sino también de la crítica, que siempre había sido muy poco generosa con ella. 

Después de ‘Número 3’, Lee Mi Yeon protagonizó importantes producciones en el cine y la televisión surcoreana, que también la llevaron a ganar importantes premios, como las películas ‘Armonio en mi corazón (내 마음의 풍금)’, ‘Piscis (물고기 자리)’ y ‘Adicción (중독)’, o series como ‘La última emperatriz (명성황후)’ y ‘La gran mercante (거상 김만덕)’.