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Padre, madre, un niño y una niña. En muchas culturas esta solía ser la “composición ideal” de una familia, y Corea no es una excepción. Sin embargo, estadísticas recientes muestran que la familia de cuatro integrantes, que durante mucho tiempo fue el prototipo ideal, está desapareciendo de la sociedad surcoreana. Es más, se prevé que de aquí a treinta años su proporción del total de hogares será de apenas un 6,2% en el país. 

La Oficina Nacional de Estadística presentó esta semana un informe titulado “Futuras Estimaciones sobre los Hogares: 2020-2050”, donde afirma que en 2020 las personas que viven solas fueron mayoría, exactamente un 31,2% del total. Así, predominan los hogares unipersonales, seguidos por los de dos personas, y los de tres y cuatro integrantes, con un 28%, 20,3% y 15,8%, respectivamente. 

Los datos reflejan que los hogares de tres y cuatro integrantes empiezan a disminuir, mientras aumentan los de una o dos personas. Dicho esto, el informe de la Oficina de Estadística prevé que persistirá el aumento de hogares unipersonales y la disminución de los de cuatro integrantes, mientras los primeros llegarán a casi el 40% en 2050. 

Estas previsiones toman en cuenta -obviamente- aspectos estructurales, como la baja natalidad y el envejecimiento de la población, pero también los cambios en composición y percepción de la familia entre los surcoreanos, pues muchos ya no ven el matrimonio como una obligación, ni estar soltero como algo incómodo, a medida que se normalizan el divorcio o la viudedad. En este contexto se explica el aumento de hogares unipersonales, mayormente compuestos por jóvenes que optan por vivir solos sin casarse, o personas de edad avanzada que optan por la soledad al quedar viudas. 

En realidad, el cambio no sería un problema si el aumento fuera equitativo por  edades. Sin embargo, en Corea del Sur dicho fenómeno viene acompañado de un acelerado envejecimiento de la población y se estima que, de aquí a 2050, la mitad de los hogares unipersonales serán ciudadanos mayores de 65 años. Incluso esa proporción podría superar en 2040 a la de otras naciones como Reino Unido, Australia y Canadá, aunque seguirá siendo inferior a la de Alemania o Japón. 

En este sentido destaca la urgencia de adoptar buenas políticas demográficas y de bienestar, pues el aumento del porcentaje de población que vive sola conlleva una subida de costes sociales en mantenimiento y cuidado de los mayores, y también de problemas sociales derivados, como la pobreza en la tercera edad o las muertes solitarias.